Comenzamos en la entrada del pueblo, pasamos por su plaza y, al fondo, subimos por una ladera de pumita. En lo alto, caminamos hacia el norte, en dirección a la carretera, hasta encontrar una pista que nos llevaría hacia la costa. Llegamos a una playa de cayado situada en la desembocadura del barranco de Tajao (o bijagua, vijigua. Según el mapa que uno mire) que recorreríamos más adelante, a la vuelta. Cerca de la playa, algo más arriba, existen un par de carteles informativos, cada uno en un monolito de piedra, que nos informan de un sendero que se adentra en el barranco y nos guía por el Ecomuseo de la Piedra de Arico.
Seguimos por caminos bien definidos a lo largo de la costa hasta alcanzar el pueblo de La Jaca. Pasamos un tiempo en él por el muelle y luego volvimos sobre nuestros pasos.
Casi llegando de nuevo al barranco, nos desviamos a la derecha por otra camino hasta llegar a una pista de tierra que va, durante algún tramo, paralela al barranco. Caminamos por ella unos metros y bajamos al cauce por un pequeño camino con algo de pendiente. Al terminar este corto camino llegamos justo donde se encuentra el Pozo de Tajao. Luego de ver el pozo continuamos subiendo el sendero hasta llegar a el Arco de Bijagua. Tomamos algunas fotos y volvimos a bajar, esta vez por el sendero que discurre al otro lado del cauce del barranco. En éste encontramos algunos paneles informativos explicando el uso que hacían los antiguos habitantes de la zona de recursos como las tabaibas o las piedras de las canteras del barranco.
De vuelta en San Miguel de Tajao, nos acercamos hasta el muelle para tomar algunas fotos de las barcas.
La caminada, finalmente, fue de poca dificultad y disfrutamos de una agradable brisa marina durante, prácticamente, todo el camino.
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